Desde el momento en el que un año se acerca a su fin y, también, durante los primeros días del que le sucede, es inevitable hacer cábalas sobre qué suerte nos esperará en los 365 días que le dan nombre. En este paréntesis temporal en el que acontece dicho cambio de ciclo, deseamos y nos desean un año nuevo próspero, feliz, afortunado, provechoso… Desde Monbull queremos añadir “bello” a esta lista; un adjetivo que quizá está menos visto, pero que nos parece especialmente valioso en los tiempos que corren. Para entender por qué, os invitamos a hacer un viaje de varios siglos hasta llegar a la Grecia Antigua, más concretamente al siglo V antes de Cristo.

Allí, en la cuna de la Filosofía, era donde Platón hablaba a sus discípulos de la triada cósmica, formada por la verdad, la bondad y la belleza, valores que comunican la divinidad a las capacidades intelectuales, morales y estéticas del alma humana. Este filósofo y muchos otros posteriores a él, consideraron trascendentales a cada uno de estos tres conceptos, lo que significa que existen más allá de nuestras experiencias sensoriales cotidianas, más allá del mundo tangible, definido en el tiempo-espacio-materia.

Y aquí es donde viene la magia.

Los trascendentales conforman una triada indisociable, siendo imposible la existencia de un valor sin los otros dos. Es decir, donde hay verdad, hay belleza y bondad también, donde hay belleza, hay verdad y bondad y, donde hay bondad, hay belleza y verdad. Los filósofos decían también que la resultante de los tres valores es la sabiduría y, por tanto, que sabio sería aquel que fuera capaz de apreciar el bien, la verdad y la belleza.

De los tres elementos la belleza es el valor más descuidado de todos y, sin embargo, el más urgente en nuestros tiempos. La consideramos algo banal, frívolo, carente de importancia, sin alma. Sin embargo, para nada es así. La vida sin belleza nos entristece, nos baja el ánimo y reduce nuestras ganas de seguir adelante, de afrontar dificultades, y de plantearnos retos.

La belleza está en todas partes

A lo mejor no lo haces de forma consciente, pero seguro que dedicas un momento en tu lucha diaria para pararte (aunque sean unos segundos) a apreciar cómo los rayos de sol forman un arco iris sobre la acera, cómo las gotas de lluvia se funden para hacer ríos en el cristal, cómo una música te hace cerrar los ojos para deleitarte al máximo recorriendo sus notas o cómo un sabor te retrotrae a un instante mágico que has vivido.

Es más, donde quiera que estés leyendo esto, te invitamos a agudizar tus sentidos para que localices algo que te atraiga por su belleza. ¿Ya lo tienes? Respira hondo y párate a disfrutarlo un momento antes de seguir leyendo.

Si sabes buscar, encontrarás belleza en todas partes porque la necesitas; porque esa perfección estética hace que te sientas en plenitud. Más allá de lo perceptible a través de los sentidos, este valor de la triada cósmica de Platón, hace que la verdad se haga más accesible y comprensible, más auténtica; al mismo tiempo que confiere al bien, a lo bueno, una manifestación sensorial; lo hace tangible.

Por eso en Monbull cuidamos los detalles para hacer de los espacios de trabajo lugares hermosos en los que apetece estar y dar lo mejor de nosotros mismos. Nos gusta embellecerlos con elementos mínimos, texturas, iluminación, materiales y flores, que creen entornos únicos. Un ejemplo de todo ello es la imagen que ilustra este texto, que pertenece a nuestra sala de reuniones de Antonio maura 13, actualmente alquilada a Brandfor, consultora de branding & marketing.

En la belleza subyace siempre algo más que el objeto o la realidad que consideramos bella, hace patente su origen, su naturaleza. Y es que, según los filósofos, cuando el alma es atraída por la belleza percibe el recuerdo de algo semejante a sí misma, más elevado, que la conecta con lo trascendental. Es algo así como una puerta a lo divino que hay en nosotros.

De este modo, la belleza, antes vista como una manifestación de armonía inherente a la realidad misma, que revelaba el orden profundo y esencial de lo visible, se fractura con la llegada de la modernidad. En el contexto actual, ya no se percibe como una cualidad natural de las cosas, sino que se desvanece o se redefine dejando empañada la trascendencia de su valor. Por eso, más allá de simplemente buscarla y reconocerla, es fundamental reivindicarla y disfrutarla en nuestra vida cotidiana, reconociendo que, aunque su concepción haya cambiado, sigue siendo una fuente de significado y deleite, que da sentido a nuestra vida.

Volviendo ahora al origen de este texto, a los buenos deseos asociados a un nuevo año, desde Monbull queremos que te tomes el 2025 con mucha filosofía, para poder así disfrutarlo con toda su belleza.